
Me gusta acostarme en mi cama y dedicarme a no hacer nada por un rato, solo mirar por la ventana y divagar sobre quiensabequecosas que pasen por mi cabeza.
Desde mi ventana veo el edificio de enfrente, un pedazo de cielo, veo la gente en sus ventanas, o la gente por la calle.
Los días buenos son para sonreirle a la calle, para pensar como sería caminar por la banqueta como todos los demás, imaginarme alla abajo, corriendo, saltando.
Los días malos volteo a la pared, no imagino nada, solo me encierro en mi mal humor.
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